Los “guardianes” de los recuerdos fotográficos de Pergamino
Desde el daguerrotipo, pasando por las cámaras oscuras, por los equipos analógicos hasta las digitales de hoy, la fotografía ha experimentado una transformación radical gracias al avance de la tecnología. La familia Bajar sostiene como legado atesorar las fotos como recuerdo de generación tras generación
Tecnoprint digital es una empresa familiar dedicada desde hace más 30 años a la fotografía. Como el país, supieron adaptarse a los vaivenes económico y tecnológicos.
Daniel Bajar (fotógrafo profesional y docente), junto a su padre ((Eduardo), llevan adelante esta firma, con verdadera pasión. Sus inicios, el cambio tecnológico y hacia dónde va la profesión. Todo en un ´mano a mano´ con diarionucleo.com
Daniel, ¿cómo arrancaste vos con la fotografía?
DB: “En realidad viene de familia. El que arrancó fue mi abuelo (Eduardo Adolfo) en ´Laboratorios Alex´, en Buenos Aires. Laboratorios Alex era el laboratorio más importante de Latinoamérica en el procesado de películas fílmicas, tanto argentinas como de Hollywood. Mi abuelo era el corrector de color; cuando venían las películas sin revelar las revelaba y procesaba para que el color sea el mismo en todas las escenas. Si había tres cámaras y había tres tipos de colores distintos, porque estaban mal los balances de blanco, él los igualaba para que quede la película prolija. Hacía las películas de Mirtha Legrand, de Armando Bo, entre otros, por decirte algunos nombres. Unos chinos millonarios, que eran fanáticos del cine, fueron a San Pablo, Brasil, compraron equipos de mejor tecnología, incluso de los que había en Hollywood, para montar un laboratorio de cine. Montaron el laboratorio, pero no tenían quién maneje las máquinas. Entonces vinieron a la Argentina y se llevaron a dos empleados de cada sector de Laboratorio Alex, entre ellos se llevaron a mi abuelo. Así fue a parar a San Pablo mi abuelo, mi viejo, mi abuela, los hijos de mi abuelo. Allá mi viejo empezó a trabajar de forma particular, en productoras de cine, productoras que hacían más que nada la parte publicitaria de empresas como Ford, era el encargado de la búsqueda de locaciones. Salían en una chata a buscar locaciones para hacer filmar las publicidades. Y allí nací yo, me crie entre todo ese mundo. A mi vieja, que era brasilera, le dieron ganas de venir a la Argentina para conocer, y al año y medio estábamos acá en Pergamino, porque por parte de mi abuelo son de Carabelas y de parte de mi abuela de Pergamino. Mi viejo empezó acá con la fotografía en el año ´82. Tecnoprint arrancó primero procesando las fotos de todos los fotógrafos de Pergamino, en el año ´88, y después abrimos nuestro primer local en Avenida de Mayo al 450”.
Entre equipos analógicos, rollos, etc. ¿Recordas cuál fue tu primera cámara?
DB: “Puede ser una Koadk retina 35 milímetros, que era algo para un aficionado. Después en un viaje con la escuela, en quinto o sexto, llevé una 126 Pocket con Magic Cubo, que era un flash que tenía cuatro disparos y que iba girando. Al tiempo ya estaba usando una Nikon FM, Réflex, manual, con un 50 milímetros, que la tengo hasta el día de hoy”.
Entre el fotógrafo profesional y el docente, ¿te gusta ejercer más uno que otro?
DB: “A los 12 años ya estaba haciendo eventos. Tuve mi época de filmmaker, mi época de filmador, porque las cosas están totalmente relacionadas: para hacer cine primero tenés que saber fotografía, y me gustaba mucho el cine, es más, estudié en la UBA dos años Diseño de Imagen y Sonido, pero de forma profesional comencé haciendo sociales. Mi fuerte fueron los sociales, hasta que en el 2000 empecé con la docencia, aunque seguí haciendo sociales. Quizás un poco resigné lo social para dar clases. Fue mutando de forma natural. Hoy si me preguntan…siempre siento muchas ganas de enseñar, es lo que más me gusta, es más, cuando no estoy dando clases me siento raro, me siento extraño”.
Tu rubro va cambiando constantemente: las cámaras, las lentes, los programas de diseño, el paso de lo analógico a lo digital, que ya lleva un tiempo, etc. Tenes que adaptarte, quizás, obligatoriamente. ¿Cómo lo vivís?
DB: “Mirá, sinceramente hubo una mala información, una mala enseñanza al público. Cuando salieron las primeras cámaras digitales las publicidades de esas cámaras digitales decían: ´no revele más fotos, ahórrense miles de dólares en fotos´. Lo que determinó que la gente en vez de seguir revelando fotos ya no lo hiciera más. Eso conllevó al cierre de empresas como Kodak; quedaron sectores muy pequeños, que son administrados por Konica Minolta. Hasta el año 2013 cerraran 10.000 laboratorios en Argentina, fue una cosa terrible. Acá en Pergamino eran 7 u 8 y hoy queda uno, el nuestro. Me refiero a que queda un solo laboratorio haciendo fotos reveladas. La fotografía revelada es un proceso químico compuesto por plata, tanto en los reveladores como en el papel, que permite que la foto dure más de 150 años. Hoy las fotos están en la nube, está el offset, está la impresión de chorro de tinta, pero, lamentablemente, ninguno de los otros sistemas va a igualar jamás al revelado. Un mayorista me informó que la fábrica de Nikon Reflex cerró. Eso significa que no va a haber más máquinas…no, van a quedar las cámaras Mirrorless, las que no tienen espejo. Pero en sí, el tema del revelado, el tema del proceso de lo viejo a lo nuevo es muy peligroso. Va a pasar lo mismo que pasó con las videofilmadoras. A veces viene gente al negocio con bolsos con 70, 80 cassettes y ya no hay dónde pasarlos. Son personas que registraron la historia de su familia durante los últimos 20 años y ahora lo único que pueden mirar es el cassette, pero mirar el cassette, no mirar lo que está dentro del cassette. Con la fotografía va a pasar lo mismo. El cambio de lo viejo a lo nuevo va a traer consecuencias devastadoras en lo que determina el recuerdo de la gente a través del tiempo”.
En el mundo de las redes sociales, en el mundo de la imagen, hoy todo el mundo hace fotos, ahora no quiere decir que sea fotógrafo. ¿Qué opinión tenes?
DB: “Claro. Lo que pasa es que hoy en día la gente tiene la chance de ver lo que sale. En la época del rollo uno sacaba la foto, el fotógrafo o cualquier persona, y si no sabía lo que realmente estaba haciendo el miedo a que no salga era tal que no se animaba a hacer una foto. Hoy no. Hoy la persona está viendo en vivo y en directo si se equivocó, si la persona hizo un curso, obviamente, lo corrige en el momento, si la persona no hizo el curso demorará más tiempo en corregirlo, porque es la verdad, pero no tiene miedo de hacerlo porque en el momento está viendo si lo que está sacando va a salir o no. Pero apretar un botón no significa que es saber sacar una foto. Saber sacar una foto es que esa foto salga, saber sacar una foto es que salga como yo quiero, saber sacar una foto es que salga con el efecto que quiero que salga esa foto, con la luz que quiero que salga esa foto, eso es sacar una foto, no estar dependiendo después de un editor para arreglar la macana que se hizo a la hora de tomarla, como que quedó claro, oscura y ahí cuando pasan esas cosas raras empiezan a agregar filtros y filtros para disimular la falla técnica. Pero saber sacar una buena foto determina conocimiento, como cualquier cosa, es saber qué y cómo configurar para lograr el efecto deseado”.
Vuelvo sobre esto de las redes y las imágenes. Seas profesional o no, ¿hay una responsabilidad sobre la fotografía que uno toma?
DB: “Claro que sí. La ley obliga a un fotógrafo profesional a resguardar al cien por ciento los archivos que saca durante cinco años. Si a los cuatro años y once meses y 27 días los pierde y viene el cliente y le dice: ´che vos sabés que perdí el casamiento, no me lo imprimís de vuelta´; está en todo su derecho de hacerle un juicio al fotógrafo, y de mucha plata, por haber perdido los archivos. En el caso del aficionado, el que hace fotos de su familia y quiere ese recuerdo, la responsabilidad es de él. Creo que la era digital fue muy linda, se permitió cosas que antes no se podían, hoy vamos hacia otro tipo de cámaras en evolución.
Por último. ¿Qué significa para vos la fotografía?
DB: “Creo que sin fotos ninguno de nosotros existiría. Ponete a pensar, una persona que nace y muere y en ningún momento de su vida fue registrado por una cámara…Vos decís no, pero queda en el recuerdo de la gente que lo vio, pero hasta que esa gente deje de estar también. Mucha gente tiene la mala costumbre de decir: ´yo cuando viajo prefiero registrarlo en mi cabeza, en mi memoria´. En la memoria cada mes que pasa ese registro se va disolviendo, un día te olvidás del color, otro día te olvidás de las formas, otro día te olvidás del olor…Me podés decir: ´pero si la foto no tiene olores´; pero si está registrado y lo estás viendo todos los sentidos que vos obtuviste en ese momento al tomar la foto siguen estando presentes. Ahora, si no está registrado todos esos sentidos que viviste al momento de sacar las fotos se van disipando con el tiempo. Teniendo en cuenta el registro de una persona que uno ama, que uno quiere y que lamentablemente algún día se va, ya un día te vas olvidando del color de su piel, otro día te vas olvidando de la textura, te vas olvidando y se va degradando en el tiempo hasta que en un momento es como un recuerdo semi transparente. Por eso digo que es muy importante que la gente cuide sus recuerdos”.