Pergamino
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Una pergaminense viajó a Uganda por placer y se quedó para ayudar a los demás

En un diálogo exclusivo con Diario Núcleo, Belén Agazzani habló sobre su labor solidaria en África, de las diferencias culturales y de lo que más extraña de Argentina y de su Pergamino natal.

Belén Agazzani realizó un viaje hacia Sudáfrica a los 13 años junto a su familia en carácter de misioneros. Durante esa estadía, su padre, junto al equipo con el que trabajaba, viajaban seguido hacia Uganda y comenzaron a darse cuenta de las necesidades que tenía esa población. Esto hizo que la familia decidiera mudarse de ciudad y fue allí cuando Belén se enamoró, “Me gustó su gente y la capacidad que tienen de ser felices con muy poco. Uganda significó para mi lo que siempre me había imaginado de África, su estilo de vida, la manera en la que visten, sus comidas, fue todo una experiencia totalmente nueva para mi”

Dos argentinos en Uganda

En África Belén no solo encontró su lugar en el mundo sino que también conoció a su marido, Federico Capelli oriundo de la ciudad de Junín, con quien se casó hace cinco años en Argentina, y tuvieron un hijo llamado Isaías. Hoy, los tres están radicados en la ciudad de Soroti, al este del país, y decidieron instalar una granja en la que les enseñan nuevas tecnologías de cultivo a los lugareños y proveen de agua potable a la comunidad ya que lograron realizar una perforación. Debido a que gran parte de los ugandeses viven de manera directa o indirectamente de la tierra, al matrimonio le pareció una buena idea ayudarlos a partir de la agricultura.

  • Belén y Federico en una de las aldeas de Uganda

En 2018 compraron un terreno de 3 hectáreas y media en donde desarrollaron una granja demostrativa y le enseñan a las personas del lugar  la manera de producir más con lo que tienen para intentar sacarlos de la pobreza extrema. La labor del matrimonio argentino no se reduce sólo a la agricultura, recientemente lograron extender una canilla para la comunidad que proveerá de agua limpia y gratis a unas 50 familias. “Poder ayudar a las personas me hace sentir realizada. Me gusta mucho ver cómo, a partir de nuestra colaboración, ellos mejoran su manera de vivir. Me hace muy feliz darles una palabra de aliento y de esperanza”, dijo a Diario Núcleo.

“Nos damos cuenta de lo que tenemos cuando no lo tenemos más”

Para Belén, enfrentarse a una realidad tan diferente a la que estaba acostumbrada fue todo un desafío y, con el correr del tiempo, fue valorando cada vez más aquellas cosas a las que no les daba tanta importancia porque les parecían naturales: “En Argentina tenemos hospitales gratuitos, educación pública y transportes que son seguros. La organización en nuestro país hace que todo resulte más fácil y simple. También fui valorando más la honestidad, la confianza y la gauchada que existe en nuestro país”.

La misionera pergaminense le contó a Diario Núcleo cómo son las costumbres culturales de Uganda: “Son muy diferentes a nosotros, por ejemplo, acá las personas siguen pagando la dote (dinero que paga el novio a la familia de la novia) para poder casarse. La cantidad de dinero que tienen que pagar varía según los estudios que tenga la mujer. También son muy diferentes en la manera de vestirse, son bastantes conservadores en esto. Las temperaturas en Uganda son muy altas y los hombres no usan pantalones cortos porque lo ven como una indumentaria de chicos. Todos se bañan en sus trabajos al finalizar la jornada porque para ellos es vergonzoso pasear con la ropa del trabajo. Lo mismo pasa cuando salen de sus aldeas y van hacia el pueblo, siempre lo hacen bien vestidos”.

Belén cuenta que en la sociedad ugandesa el hombre es muy respetado en sus comunidades. Estos suelen tener más de cinco hijos por familia y en algunas aldeas los hombres pueden casarse con más de una mujer. La mayoría de las viviendas de las comunidades son chozas hechas con ladrillos de barro cocinados por ellos mismos y sus techos son de paja.

“Siempre me imagino estar en una plaza de Pergamino tomando mates”

Si bien Belén es una mujer que está acostumbrada a estar lejos de su hogar haciendo lo que más le gusta, es imposible que la nostalgia y los recuerdos no se filtren en algún momento del día: “Extraño ser uno más. Acá nos llaman “muzungus”, que significa hombre blanco, y para ellos es algo muy raro y por eso atraemos toda su atención. Todos quieren ver qué hacemos y cómo nos comportamos. Tiene mitos sobre la gente blanca como si fueran de otra especie”.

Existe también otra característica que extraña de Argentina quizás al mismo nivel en que extraña a su familia, y esta es la comida: “Añoro la comida en general de nuestro país pero en particular el asado de vaca. Acá en Uganda la carne que comemos es de cebú y es muy muy dura. Vos imaginate que tenemos que hervirla durante 3 horas para poder comerla”.